Es el mediodía en plena avenida Santa Fe. El semáforo arranca su tiempo de descuento en 7, 6, 5, 4… “¡Vamos, vamos! ¡Crucen que llegamos tarde!”. Adelante, va una mujer de cuarenta y tantos cargada como equeco. Atrás, dos niños con uniforme y mochilas al viento como barriletes. 3, 2, 1… 0. “¡¡¡Vamos!!!”. El semáforo se pone en verde para los autos en el exacto momento en el que el último niño pisa el cordón. Justo a tiempo. ¿A tiempo para qué?
Apurate que llegamos tarde. Nos quedamos dormidos. No tenemos tiempo para perder. Nos gustaría que el día tuviese 40 horas para llegar con todo… ¿Les suena? Las mamás post modernas podemos tener nuestras diferencias, pero hay un hilo conductor que nos une estemos en donde estemos: la “adicción” al tiempo.
Todo tiene horarios hasta, en algunos casos, agendas que se extienden los fines de semana. Por responsabilidad y por esa ilusoria idea de que podemos y que lo hacemos mejor que nadie, desafiamos todos los días a las horas. Un duelo que, sabemos, desigual de antemano y que sin embargo intentamos vencer.
El tiempo duerme con nosotras y se levanta cada mañana como una sombra. Aceptémoslo también: la sensación es que nunca llegás o si llegás, es con ese agotamiento que a esta altura del año es acumulativo y nos acerca al estresazo. ¿Es previsión o ansiedad? ¿Dónde estamos paradas? ¿Es bueno vivir corriendo para nuestros hijos? ¿A los hombres les pasa lo mismo?
“En los últimos años, el empoderamiento de la mujer en la vida pública y privada ha traído muchos cambios positivos. Pero no todas son flores a la hora de revisar esos avances”, reflexiona Adriana Guraieb, licenciada en Psicología, especialista en terapia familiar y de pareja y autora de varios libros. “Por ejemplo, la mujer quiere cuidar mucho su cuerpo, cuidar a sus hijos, mantener cierta armonía en la pareja, salir a trabajar… es lo que se ha dado en llamar una mujer ‘orquesta’ o ‘todo terreno’ y esta pluralidad de funciones y ocupaciones también ha ocasionado un incremento de la ansiedad, la angustia, el estrés y el cansancio“, describe desde la psicología las sensaciones que muchas de nosotras tenemos a diario.
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Desde el campo de la filosofía, la doctora Mónica Cragnolini (UBA) sostiene que la frase tan maternal “les doy todo mi tiempo a mis hijos” es paradójica. “El tiempo no se tiene y en consecuencia no se puede dar lo que no se posee. Esto aplica a las mamás que dicen que dan todo su tiempo a sus hijos. Le pueden dar una buena educación, algo material, pero no su tiempo. El tiempo no es apropiable”. “La concepción tradicional del tiempo dice que el pasado ya fue, el futuro no es y por eso vivimos en un eterno presente que nos da identidad. La filosofía piensa, frente a esto, el tiempo del acontecimiento: no programable, no agendable. El que irrumpe”. Ahí está la cuestión.
Estos nuevos paradigmas, evidentemente, tienen un impacto también en nuestros chicos. “Vivimos en tiempos vertiginosos marcados, entre otras variables, por las llamadas nuevas tecnologías informáticas de la comunicación. Hablamos de las pantallas de todos los tipos que influyen en nuestra vida y en cómo criamos a nuestros hijos”, advierte Gabriela Dueñas, doctora en Psicología y psicopedagoga.
“Esto afecta a su psiquismo, a su forma de ser, su modo de comunicarse y aprender. Hoy estamos encontrando muchos niños multitasking: que pueden prestar atención por breves períodos de tiempo a muchos focos a la vez. No hay que sentirse culpable de eso. Son los tiempos en los que vivimos”, agrega Dueñas.
Las especialistas hablan de los perjuicios de los excesos. Ese es el límite. En pocas palabras: parar antes de sentirse sobrepasada. Algo así como que el tirano del tiempo no gane finalmente la partida. “La vertiginosidad al extremo no es nada saludable. Termina en estrés. Hoy hay madres y chicos con síntomas de estrés”, señala Dueñas.
Decirlo es fácil. Pero, ¿cuándo parar? ¿Y cómo parar? Insomnio, insatisfacción, intolerancia (a la pareja, a los amigos, en el trabajo, con los hijos, con nosotras mismas) u otros síntomas en los que la presión se nos instala en el cuerpo, son las señales evidentes de que hay que “hacer un alto en el camino y reprogramar la propia vida, incluyendo la propia agenda”, dice Guraieb.
La especialista concede que no es una tarea fácil. “Es difícil renunciar a la propia autoexigencia o poder negociar con la exigencia exterior. Pero es imprescindible. Porque si no, tenemos delante un posible destino en el que se deteriore la calidad de vida. Y a pesar de que se tenga el trabajo que se quiso y se gane el mejor de los sueldos de todos los tiempos, la infelicidad y la insatisfacción van a teñirlo todo. Y no sería una posición inteligente”.
¿Qué pasaría si alguna vez el reloj se corre un minuto? ¿Cambiaría nuestro mundo y, sobre todo, el de nuestros niños? “Revisemos las agendas para que no sean arrasadas por un tsunami”, puntualiza Dueñas. Y Guraieb coincide: “Una herramienta muy útil es tomar conciencia de que todo no se puede, que hay que pedir ayuda, y que tenemos que gestionar y negociar con el tiempo porque solamente tenemos 24 horas al día. Depende de la administración que hagamos del tiempo la calidad de vida que vayamos a tener. Pensemos, siempre, que lo cualitativo tiene más peso emocional que lo cuantitativo”.
10 tips para optimizar el tiempo
Administrar el tiempo: tres palabras clave. Cada una de nosotras tiene su estrategia para estirar los minutos del reloj, para lograr que más y más cosas nos “entren” en las limitadas horas del día. De la experiencia e intercambio con otras mamás como nosotras, surgió este decálogo con tips (efectivamente probados) para optimizar nuestra agenda:
- Dejar toda la ropa preparada la noche anterior, tanto el uniforme del colegio como lo que vos vas a ponerte para ir a trabajar. Esto incluye los accesorios y perfumes. Y, por supuesto, también dejar listo todo lo que hay que llevar al colegio: ponerse a buscar y preparar cualquier cosa con los minutos contra reloj de la mañana agrega un factor de estrés innecesario al arranque del día.
- Organizate con las compras. Armá listas. Pensá en la compra online como opción y en ir una vez al mes al mayorista para stockearte de las cosas que los chicos necesitan todo el tiempo (como la colación de la media mañana para la escuela). Aprovechá la vuelta del colegio para comprar todos los encargos escolares para los días siguientes y también para hacer otras compras pendientes.
- También con el lavado de ropa. Es un tema en cualquier casa. Una alternativa, más cuando son muchos, es dividir las prendas entre la que más usan (como las medias o la ropa interior) y eso lavarlo primero, para que nunca falte lo imprescindible. Relajarse y dejar la plancha sólo para lo que sí o sí lo necesita: usar suavizante y acomodar las prendas bien extendidas al ponerlas a secar para que no necesiten planchado. Y si algo está un poquito arrugado, ¡no es la muerte de nadie!
- La cocina. Otro problema universal. Organizarse acá es fundamental. El freezer es un aliado imbatible. Dedicale una tarde a preparar en cantidad: empanadas, pizzas, tartas, sopas, salsas, milanesas, medallones de pollo y pescado, pastas rellenas, verduras cortadas o ralladas que puedan sacarte de un apuro. También podés comprar (por ejemplo, rebozados o churrascos de carne) y congelarlos separados con láminas de films para alimentos (se compran en supermercados o papeleras) y usarlos cuando lo necesites. Aunque parezca obvio, preparar cantidad extra en la cena también sirve para tener el almuerzo resuelto del día siguiente en el trabajo o en la vianda escolar. Lavar verduras de hoja en cantidad una vez por semana, pasarla por la centrífuga para retirarlas el exceso de agua y guardarlas en la parte baja de la heladera en tuppers o en bolsas herméticas: se conservan un montón y es la base para tener toda la semana una ensalada, a la que agregarle lo que quieras o tengas a mano (una porción de queso, media lata de atún, un cuarto de palta, un trozo de pollo, un huevo duro, choclo, aceitunas, semillas, etc).
- Aprovechá la tecnología. El “manos libres” para hablar por teléfono mientras estás haciendo otra cosa o cualquier aplicación del celular que sirva para organizarte en lo que a vos te ayude a organizarte. Ni hablar de las compras online, que te harán evitar horas en el supermercado. Y cuando tu hija se acuerda de que tenía que llevar goma eva para una manualidad, el domingo a las 0cho de la noche, no te desesperes y pensá en la opción de una de las apps de envíos a domicilio. La tecnología es un aliado, está bien sacarle provecho.
- Encontrá el momento para tu cuidado personal. Puede parecer una misión imposible. Por eso, cuando lo encontrás, hay que exprimirlo al máximo: por ejemplo, hacer coincidir la coloración del cabello con la depilación, la limpieza de cutis o la manicura, para que mientras la tintura hace su efecto, aprovechar ese tiempo muerto en el tiempo en la peluquería. Aprender a hacerse las manos en casa también es súper práctico: ninguna peluquería te las hace a las 10 y media de la noche, después de que los chicos se acostaron. Y algo importante: ese tiempo que te tomas para vos, disfrutalo. Intentá tomarlo como un relax y una conexión con vos, no estar pendiente del teléfono, los mails y la casa: el mundo puede seguir girando sin nosotras si desaparecemos por tres horas.
- Del mismo modo, siempre solemos tener una excusa cuando se trata de hacer actividad física. A nuestros hijos, los llevamos a clubes, partidos y torneos por los 100 barrios porteños. Pero nunca tenemos espacio en nuestra agenda para nosotras. En algunas de esas actividades que hagan tus chicos, sumate una para vos: puede ser pileta libre si hacen natación, ir al gimnasio al mismo club en el que entrenan, o dejarlos en la clase e ir a dar vueltas a un parque cercano. También es útil incorporar la actividad física en el arranque o al finalizar tu jornada laboral, así directamente en el gimnasio podés darte una ducha e ir a la oficina, o en el regreso hacer un alto y tomarte una clase en el gym.
- Un maquillaje exprés no te toma más de cinco minutos REALES y puede cambiar cómo te ves y también tu humor. En los cursos de automaquillaje te explican que los imprescindibles del make up son el corrector de ojeras, base, un poco de rubor, máscara de pestañas y un gloss o labial. Las sombras, el delineado de los ojos y de los labios se pueden sumar si tenés un poco más de tiempo, o dejarlo para una salida. Las brochas sirven para maquillar más fácil y rápido. Llevar un kit en la cartera para retocarte o incluso maquillarte en un tiempo muerto suma también
- Buscá momentos para hacer actividades que te distiendan. Una serie en el celular mientras hacés cinta en el gimnasio o bicicleta fija en casa, o mientras estás planchando, 15 minutos para leer un libro en la cama cuando te acostás, un par de minutos para cerrar los ojos, respirar profundo y meditar incluso sentada en el transporte público… rescatá esos ratitos, mínimos, valiosísimos, que van a reconfigurar tu día de otra manera
- Las redes de apoyo son fundamentales. Tener una mamá con la que contar cuando el tiempo se te escurrió y no llegaste, y retribuir del mismo modo. Es el “equipo soporte”, que puede retirar a tu hijo del colegio si no llegás o con el que hacés pool para llevarlo a las actividades extra escolares. Básicamente, están en la misma que vos así que te van a entender como nadie.